Por primera vez en sus 78 años de historia, la Medalla Internacional para Descubrimientos Sobresalientes en Matemáticas -conocida por el nombre de Medalla Fields- ha sido ganada por una mujer.
La matemática nacida en Irán, Maryan Mirzakhani, profesora de la Universidad de Stanford en California, resultó electa por sus contribuciones a los campos de la geometría y los sistemas dinámicos. Mirzakhani dijo que espera que su victoria entusiasme a las jóvenes científicas y matemáticas y que más mujeres consigan ganar. Ante la carencia del premio Nobel de matemáticas, esta medalla se otorga a los mejores matemáticos menores de 40 años. El premio fue fundado por el matemático canadiense John Fields e incluye un reconocimiento de US$14.000.
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Un incendio en zona de barrancas del barrio Francisco Ramírez, en Paraná, Entre Ríos, se desató el lunes alrededor de las 18:00 horas, generando gran preocupación en la comunidad. El fuego tuvo lugar en el predio de Parques y Paseos de la Municipalidad y produjo una espesa columna de humo que se podía observar desde varios puntos de la ciudad.
El foco ígneo fue provocado por la acumulación de ramas secas, pasto y basura, todos materiales altamente inflamables. Las condiciones del clima, especialmente el viento del este, favorecieron la propagación del humo por barrios cercanos. Según indicaron los Bomberos Voluntarios, esta combinación de factores hizo que el incendio se tornara más complejo de controlar.
Apenas se recibió el aviso, los Bomberos Voluntarios de Paraná acudieron al lugar con apoyo del municipio, que proporcionó camiones cisterna. Gracias a la intervención oportuna, se logró controlar el incendio sin que afectara viviendas ni se registraran heridos. Este hecho pone de relieve la importancia de contar con equipos de respuesta bien entrenados y recursos adecuados, como extintores, que pueden ser cruciales en las primeras etapas de un incendio.
Los especialistas insisten en que una de las principales causas de este tipo de siniestros es la quema inadecuada de residuos, una práctica que debe evitarse especialmente en épocas de sequía. En zonas como esta, donde ya se han producido incidentes similares, la prevención es esencial.
Contar con un extintor en buen estado, tanto en hogares como en establecimientos comerciales, puede marcar la diferencia ante una emergencia. Tener extintores accesibles y saber cómo usarlos permite actuar de forma rápida antes de que el fuego se descontrole.
Este nuevo episodio de un incendio en zona de barrancas nos recuerda que prevenir también es cuidar el medio ambiente y la seguridad de todos.
Bocas de Incendio Equipadas: la diferencia entre contener un fuego o ver cómo lo devora todo.
Vamos a ver si dejamos las cosas claras de una vez, porque en esto, como en tantas otras cosas de seguridad, los manuales están para dormirse y las emergencias no esperan a que uno consulte Google. Las BIE, esas Bocas de Incendio Equipadas que muchos han visto en pasillos con la indiferencia de quien mira una señal de “salida”, son en realidad la primera línea de defensa frente a un incendio cuando este empieza a hacer de las suyas.
Hablamos de dispositivos fijos, conectados a la red de agua, con su manguera enrollada, su válvula de apertura rápida y su lanzador esperando acción. No es un adorno. No es un símbolo. Es una herramienta que, bien utilizada, puede salvar vidas y empresas. Mal ubicada, mal mantenida o directamente ignorada, es puro atrezo.
Las BIE están compuestas por una manguera semirrígida o plana, generalmente de 20 o 30 metros, acoplada a una válvula que, al abrirse, deja pasar el agua a presión. El conjunto se guarda dentro de un armario metálico con puerta acristalada y señalización homologada. ¿Fácil de identificar? Depende. Si está tapada por una caja, un perchero o unas cajas de refrescos, no sirve de nada.
Están pensadas para que cualquier persona —con un mínimo de formación, claro— pueda iniciar la extinción de un fuego en sus primeras fases antes de que lleguen los bomberos. Y aquí llega la primera gran verdad: no son un juguete, ni algo para manipular si uno no sabe lo que hace. Pero tampoco son una decoración. Están ahí por una razón: ganar tiempo.
Este es uno de esos detalles técnicos que muchos ignoran hasta que es tarde. La distancia entre bies no es aleatoria, ni un capricho del instalador. Está regulada. Según el Código Técnico de la Edificación (CTE) y la norma UNE EN 671, no debe superar los 50 metros entre una y otra, de modo que todo punto del edificio esté cubierto con un radio de acción adecuado.
¿Y por qué tanto lío con eso? Porque si hay que recorrer 70 metros con una manguera para apagar un fuego, no se apaga nada. Se pierde presión, se pierde tiempo, se pierden nervios… y a veces, se pierde todo. Una distancia mal calculada es una condena anticipada para cualquier intento de control del fuego. Por eso, cuando se instalan, hay que estudiar el plano como si fuera una operación quirúrgica: cada centímetro cuenta.
¿Sabe usted qué pasa si la presión es escasa? Que el agua sale con más pena que gloria. ¿Y si es excesiva? Que puede reventar la manguera o descontrolar el chorro. La presión óptima recomendada ronda los 7 bares, aunque la normativa permite un rango que va desde 4 hasta 12 bares.
Pero claro, eso no se improvisa. Hay que verificar regularmente esa presión, hacer las pruebas hidrostáticas pertinentes y dejar que profesionales se encarguen del mantenimiento. No basta con abrir el armario de vez en cuando y decir “ahí sigue”. Esto no es un cuadro, es un sistema activo de protección contra incendios.
Además de lo evidente —combatir el fuego—, las BIE tienen una serie de ventajas silenciosas que las hacen imprescindibles:
No dependen de una instalación eléctrica. Si hay un apagón, siguen operativas.
Son autónomas. Pueden conectarse a depósitos o cisternas si se cae el suministro público.
Ahorran espacio. Están empotradas, sin molestar visual ni físicamente.
Son robustas y duraderas, hechas de materiales que soportan temperaturas extremas, golpes y la corrosión del tiempo.
Permiten una intervención rápida, sin necesidad de activar sistemas automáticos más complejos.
¿Y lo mejor? Que no fallan si se les trata bien. Un mantenimiento adecuado, una ubicación estratégica y un personal entrenado son suficientes para que estas bocas de incendio estén siempre listas.
Cada BIE debe ser inspeccionada trimestralmente y revisada a fondo anualmente. Esto no lo dice un pesado con el chaleco reflectante; lo dice la ley. Lo exige la seguridad. Se comprueba la longitud de la manguera, se desenrolla, se revisan las válvulas, se mide la presión, se prueba la boquilla, se limpian los filtros.
Y algo más importante aún: se registra todo en un informe. Porque si llega el incendio y algo falla, lo primero que pedirá el perito es ver ese informe. Y si no existe… ya sabe lo que viene después.
Colocar obstáculos delante de la BIE. Cajas, carros, estanterías… Todo lo que impida el acceso inmediato es una trampa mortal.
Falsas señales. Si hay una señal que indica “BIE”, pero la BIE está a 10 metros en otra dirección, lo que hay es confusión.
Manipulación no autorizada. Abrir una válvula por curiosidad, probar la manguera porque “no pasa nada”… puede acabar en sanción o, peor aún, en desastre.
No respetar la distancia entre BIE. Lo repetimos porque es clave. Si no se cumple esa distancia, se incumple la ley y se compromete la cobertura.
Las Bocas de Incendio Equipadas no generan beneficios visibles, no mejoran la decoración, no dan puntos estéticos. Pero cuando un fuego se desata, se convierten en la diferencia entre un susto y una ruina. Son la herramienta silenciosa, el seguro activo, el guardián discreto que espera paciente a ser útil.
Cumpla con la normativa. Verifique la presión. Revise la distancia entre BIE. Mantenga la manguera. Señalice correctamente. No improvise. No escatime. No lo deje para mañana.
Porque cuando el fuego arranca, lo único que vale es lo que estaba ya preparado.